Con mi balsa

las flores amarillas que me golpeaban las piernas
mientras iba en bicicleta por Lago Puelo
son mi casa.
la cutícula seca y levantada
de mi dedo corazón
también es mi casa.
la yema de ese dedo
me riega y me garúa
y me lleva sana a casa
cada vez.
algunas mañanas me despierto
miro a mi alrededor
y no reconozco el espacio
ni mis cosas.
algunas mañanas soy náufrago
bicho escamado
afónico de sol
hipermétrope de ver sólo agua y sólo cielo.
tantos años viviendo junto al mar
me deben haber hecho mucho daño.
hay algo en mí que se castiga
por semejante privilegio
regalándome algunas mañanas
un pavor de balsa
hondura trémula bajo el parquet
el viejo miedo a la oscuridad
al que ya vencí en pasillos y en esquinas
pero que vuelve, salado, al paladar
que vuelve, vértigo, al talón
que vuelve a esto telgopor y deriva.

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