Guía definitiva para lograr el sonido Mostro

Mañana hay concierto de mi banda, Mostros. Será el último concierto hasta dentro de un tiempo. Nos tomamos unas vacaciones para recobrar energía, y todavía no sabemos cuánto tardará la energía en presentarse otra vez, burbujeante y esplendorosa, como esas hadas esféricas de las películas de Disney.
Mentiría si dijera que no estoy un poco así, ligeramente triste y rara, porque todos sabemos la ansiedad que genera el juego bobo al que suelen jugar los novios, ese horror de “pedirse un tiempo”. Una banda muchas veces es como un noviazgo multitudinario (me estoy metiendo en terreno pantanoso aquí pero déjenme elaborar).
Mostros no nos pedimos un tiempo, porque lo que subyace, la amistad total, esa entidad inquebrantable que uno reconoce cuando mira al otro a los ojos, eso no está ni estuvo nunca en juego. Eso es algo que me llena de gozo: que a pesar de los comienzos turbulentos, una mudanza de continente, varios años sin papeles viviendo juntos en un piso (que podría haber sido el de Gran Hermano, porque nació al mismo tiempo que la edición española de GH) y todo todo todo en contra, esta formación de Mostros haya sabido mantenerse unida, heroicamente y estoicamente, como decía el gordo Casero, durante casi doce años.
¿Saben qué nos mantiene unidos, además de la amistad, la música, el amor por las mismas bandas y los mismos postres? La risa. La manera en que día tras día, año tras año, nos reímos de nosotros mismos.
Ojalá hubieran podido estar ayer, como mosca espía, en el último ensayo de Mostros antes del último concierto antes de las vacaciones. Fue muy divertido. Fue un delirio. Nos olvidamos de canciones que tocamos cada día, y salieron perfectos covers que no hacíamos hace meses. Por supuesto, también quisimos reflotar temas olvidados, y agregar arreglos de último momento a canciones a las que nunca se les cambió una corchea desde el día en que se tocaron por primera vez. Es evidente que esas cosas no se pueden, no se deberían hacer. Pero nosotros las hacemos porque somos los Mostros.
También tuvimos una idea fantabulosa sobre cómo mejorar el sonido en el local de ensayo y cambiamos todos los equipos de lugar, y luego nos pasamos un buen rato “buscando el sonido”. Ayer. Porque somos los Mostros.
Y también se nos ocurrió que, dado que todos los que pasaban por el patio comentaban lo muy bien que se oía desde fuera (“como si tuviera un compresor”, comentó alguien, entusiasmado), no perdíamos nada con probar. Y probamos tocar afuera un rato, al fresquito, tres de nosotros estirando los cables al límite, saludando a los vecinos del local, dejando al baterista, of course, sentado en su lugar y mirándonos con esa cara que sólo sabe poner él.
¿Por qué? ¿Porque somos los Mostros? No, porque somos unos boludos bárbaros.
Unos emocionados de la vida, en el fondo. Pero ay qué manera de reírnos.
Todo esto significa que no cambiaría a esta banda por ninguna otra del universo conocido, y que esta banda es así porque la hacen así mis queridos mostris, Alejo, Larry, Juanmi. Cómo los quiero, monguis.
Firmado: vuestra ovárica y muy cursi vocalista.
Nos vemos mañana en el Teatre de Lloseta.

(Esto se supone que iba a ser una introducción para mi texto sobre punk rock, que fue publicado en el número de marzo 2012 de Agitadoras. Pero creo que ya me extendí lo suficiente. Y si quieren, pueden ir aquí y leerlo)

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Foto por Ferrán Prieto.

  1. Nicolobo Ramos en 21 septiembre, 2012 en 15:16 dijo:

Oooooooohhhhh que me emocionas estúpida !! No hay nada mejor en el mundo (después de la pareja y -ay!- los hijos) que tener una banda. de musica.

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