As I sit here driving (1)

  

Colette y yo cumplimos nuestros primeros mil kilómetros juntas entre el túnel de Barrio y el de San Nicolás, con ese milagro habitual de dejar la nube negra navarra detrás, adherida al peñasco entre ambos túneles, y el sol recibiéndonos del otro lado, cayendo a plomo sobre un Pancorbo siempre desierto y siempre triste como una postal desde una distopía de los 80. Lo celebramos, porque sonaba “End of the Great Credibility Race”, de New Bomb Turks, y antes había sonado “Emperor” de PiL. You make me feel like an emperor / you make me feel so proud, so sure. En este primer viaje (que, como todos, fueron muchos viajes), Colette y yo vimos muchas cosas asombrosas.

Esa misma tarde bajábamos hacia el ocaso como lazy cowgirls, y tuvimos una puesta de sol en la ría de Vigo, cruzando el puente de Rande, que ya hubiera querido John Ford. Un sol-bola rojo y perfecto como en el flyer de She-Driver. Pasando Rande, la tarde caía sobre el agua a la altura de San Simón con una luz rosada y granulosa de anuncio de talco. El asfalto gris, el aire denso y rosaviejo, that kind of trouble I can use. También vimos fuegos fatuos en los retrovisores. Sopas de cebolla envenenadas. Una ardilla rojísima que se nos cruzó a la altura de Lue, y que pasó limpiamente debajo nuestro y del coche que venía detrás. Vimos campos arados a primera hora de la mañana, con el rocío dejando los terrones negros en largas tiras de vapor, el trompe l’oeil de la sierra plateada detrás. Vimos cuatro fuegos artificiales solitarios, explotando en silencio encima del lago. Vimos banana splits ninguneados por los parroquianos en la taberna. Vimos botellas de vino con etiquetas con más filigranas que el pórtico de la Gloria y más iluminaciones que un bloguero musical. Vimos cambiar la luz detrás de la ventana mientras dejábamos que lo que quedaba del año se moviera dentro. Vimos el pavimento desde muy arriba y la alfombra muy cerca. Vimos cómo estallaba nuestra primera mariposa contra la luneta dejando un escupitajo fosforescente en el cristal, sólo para recordarme que ya usé esa imagen en un cuento.

Vimos monstruos marinos varados en las dunas y vimos ratas nadando por debajo de la tapa del agua, en un estanque congelado, los juncos cargados de nieve en la luz azufrada del alumbrado público. Vimos un tragaluz que despedía una columna luminosa consistente, como si fuera de ópalo y estuviera a punto de abducirnos. Vimos un armario hecho astillas en la madrugada. Un tsunami dentro del cráneo. Un cráneo hecho astillas junto al armario. Las rodillas negras de golpes otra vez, caballito gitano revisited. Vimos panettones que se multiplicaban como los panes y los peces y amigos de fierro sosteniéndonos la mano. Vimos muchas series y vimos cómo el silencio se transformaba en otra cosa en cuanto lo tocaba la luz de la luna. Vimos una luna llena que sabía a Saint Nectaire. Vimos a un señor de pie en la tormenta, la oreja apoyada contra el invernadero, escuchando, empapado, cómo crecían dentro las verduras. Vimos a un gato que nos miraba como si nos estuviera esperando y a un perro que nos miraba como si estuviera esperando a alguien distinto. Vimos cómo Colette aguantaba su primera nevada heroicamente y estoicamente, y vimos mi incapacidad para la construcción de muñecos de nieve (intenté hacerle uno pequeñito, sin suerte, sobre el retrovisor). Vimos cómo el amor desborda en los rincones más improbables y qué difícil es dibujarle fintas. Vimos a Saint Exupery sin combustible volviendo en el aire de noche a un pueblo junto al mar. Vimos mapas para volver siempre a algunos rincones de siempre. Vimos un hospital por dentro y drogas maravillosas goteando hacia nuestro pliegue del codo.

También escuchamos docenas de canciones nuevas, y nos cantaron las sirenas en más de una curva encharcada. Nos escapamos juntas del huracán Bruno saliendo de Galicia, salimos de Las Landas con el huracán Carmen soplándonos en la nuca y lloviéndonos de frente y huimos de Euskadi con la tormenta White Queens pisándonos los talones. Colette y yo despedimos un 2017 de filigranas y empezamos un 2018 de iluminaciones tal que así. Próxima parada: nuestra primera gira junto a Gog y las Hienas Telepáticas, 18 de enero Madrid, 19 Bilbao, 20 Vitoria, 21 Barakaldo. ¿Y después? No sé, digan ustedes.